¿CÓMO LLEGAR?
A 9 km de Los Navalucillos, pasado el punto kilométrico 16 de la carretera CM-4155 a Robledo del Buey, tomar la pista de tierra que baja desde el alto al área recreativa de Las Becerras, donde atraviesa el río Pusa y continúa hasta la caseta de información del Parque.
El recorrido transcurre por las zonas montañosas más altas del Parque Nacional y empieza en la caseta de información. Por una cómoda pista se atraviesa un matorral mediterráneo de jara y brezo. Más adelante el encinar cobra importancia y domina las estribaciones del macizo del Rocigalgo.
Al cruzar por segunda vez el arroyo del Chorro, la proximidad del cauce recuerda que la vegetación de ribera no entiende de climas; al frescor del valle, se distinguen tejos, acebos y abedules aislados.
En la toma de agua arranca una senda de montaña que se abre paso a través de un denso encinar, monte bajo y pedrizas. La cascada de 18 metros de caída y un pequeño rebollar escondido sirven de colofón a una excursión de ida y vuelta.
Datos prácticos:
- Recorrido: Lineal, 9 km ida y vuelta. Poco antes de la cascada, arranca una senda hacia la Chorrera Chica y el pico Rocigalgo con tramos algo más montañosos en los que hay que tener precaución.
- Tiempo de visita: 2 h 45 ida y vuelta
- Dificultad y desnivel: Media-baja, 130 m
- Entorno: El encinar domina las pendientes del arroyo del Chorro, pero el roble melojo (o rebollo) aparece conforme se gana altura. En el fondo del valle, más húmedo, se desarrolla un bosque de ribera bañado por un cauce sonoro.
Recomendaciones
- Mantenga una actitud respetuosa y responsable con el medio ambiente.
- No abandone ningún tipo de residuo en el Parque, así ayudará a su conservación.
- Se recomienda visitar el Parque en las distintas épocas del año; utilice calzado y ropa apropiada.
- En época estival, procure beber abundante agua y no olvide elementos de protección solar como gafas de sol, gorra y crema solar.
- Lleve prismáticos para ver mejor la fauna, e incluso para observar el paisaje o la vegetación.
- Su seguridad es nuestra preocupación, pero es su responsabilidad. Teléfono emergencias: 112.
Los números indicados a continuación corresponden a paradas interpretativas señaladas en el campo con postes de madera.
1. El Bosque Mediterráneo
En las laderas serranas del Parque, el árbol más abundante es la encina, aunque según las condiciones de temperatura y humedad suele ser también frecuente el alcornoque, el quejigo y el rebollo.
Si el estrato arbóreo es el más vistoso, el monte bajo es rico en especies y contribuye a que el bosque resulte impenetrable. La jara ocupa las zonas de solana, y en ambientes más húmedos aparecen los brezales.
Arbustos como el madroño, el labiérnago y la cornicabra colonizan suelos poco profundos
2. El Bosque Ripario
El bosque ripario o de ribera crece en los márgenes de los cursos de agua. Por tener siempre la raíces empapadas, la vegetación frondosa no depende tanto del clima. Se compone de fresno de hojas estrechas, sauce cenizo, y a veces aliso común. Habitualmente conviven en este ambiente umbroso con el arraclán, el castaño, el arce y algunas trepadoras.
3. Turberas
Enfrente, al otro lado del arroyo, se divisan las matas de juncos y brezos de una turbera, un hábitat de gran valor botánico que acoge plantas singulares como el brezo de turbera, el mirto de brabante y poblaciones de plantas carnívoras. Se forman donde el agua no falta y por acumulación de musgos especiales, los esfagnos.
4. Fauna
El Parque alberga la cuarta parte de los vertebrados protegidos nacionales. En los relieves de altura se refugian ciervos y cabras monteses, encima sobrevuelan buitres leonado y negros. Más escurridizo es el mirlo acuático que vive en el entorno de la cascada. La humedad del arroyo es fuente de vida para anfibios y galápagos, y sus
aguas acogen a peces como el cacho.
5. Flora de otra época
La vegetación actual es el resultado de una evolución a través de sucesivos periodos climáticos. El arroyo del Chorro acumula testigos de épocas subtropicales de hace 70 millones de años, como los helechos, y de la última glaciación, como el abedul o el tejo. Son comunidades muy exigentes en humedad, más aún que las del bosque ripario.
6. El Relieve
Los Montes de Toledo presentan un relieve accidentado, aunque de escasa altura y suaves cumbres. Se trata de una de las cordilleras más antiguas de la Península Ibérica, cuyo relieve ha sido desgastado por la erosión que actúa de forma diferenciada según la dureza de los materiales. Los riscos de cuarcitas, que por su dureza rematan las cumbres, dan lugar en las laderas a vistosas pedrizas, restos de la última glaciación cuaternaria. Las pizarras suelen ocupar los valles.
7. Un abrigo de pastor
Los Montes de Toledo presentan un relieve accidentado, aunque de escasa altura y suaves cumbres. Se trata de una de las cordilleras más antiguas de la Península Ibérica, cuyo relieve ha sido desgastado por la erosión que actúa de forma diferenciada según la dureza de los materiales. Los riscos de cuarcitas, que por su dureza rematan las cumbres, dan lugar en las laderas a vistosas pedrizas, restos de la última glaciación cuaternaria. Las pizarras suelen ocupar los valles.
8. El Rebollar
En los valles húmedos y con suelos profundos, se desarrolla el rebollo o roble melojo de hojas marcescentes (que tardan en caerse). Es un roble típicamente mediterráneo de zonas montañosas que suele crecer a mayor altitud que la encina. Posee una gran capacidad de rebrote y a menudo va acompañado de majuelo, brezo y helechos. Unos metros más adelante la cascada del Chorro pone fin a la ruta.